¿Puede el rock’roll mejorar a la gente?

« Lo veo en toda la gente que conozco,
se trate de Bill Clinton o Bill Gates.
La música rock ha dado forma a sus valores sociales.
Cumple una función de guía en el mundo moderno».
Bono (lider de u2, no el de la Mancha claro).

Plantear una pregunta como ésta puede considerarse un despropósito. Algo ingenuo o simplemente disparatado. Pero es algo que cree fervientemente Bono, y algo de verdad puede tener, habida cuenta de la influencia que tiene el fulano: lo que ha conseguido a través de su música, sus discos y sus conciertos le permite acceder a los que mueven el pastel ( sea Obama, el Papa o Bill Gates) sin intermediarios de ninguna clase.

Mi amiga Marta, una magnífica editora de libros, me regala una joya cuando voy a visitarla. Se llama Desayunos con John Lennon y otras crónicas de la historia del rock, y está escrito por uno de los críticos musicales más influyentes de la historia: Robert Hilburn.

Hilburn lleva escribiendo durante décadas una columna de repercusión tremenda entre los aficionados al rock’n roll en Los Angeles Times, desde donde siguió a las grandes monstruos, pero también a los aprendices de estrella.
El libro lo edita Turner Noema, una de las escasas editoriales que ponen en el mercado libros «distintos» ( los que no pertenecen a novelas histórico-esotéricas o libros de autoayuda basados en el Management de charcutería tipo ¿quien se llevó mi morcón?).  En los últimos meses han publicado algunos títulos absolutamente fundamentales para aprender más de este vicio aniquilador del trabajo útil: desde un increíble tratado sobre el blues de Ted Gioia, a otro no menos improtante sobre la Bossa Nova de Ruy Castro, pasando por una estupenda biografía de John Cage.
Volviendo a Hiburn. Parece mentira que un tipo de sus características haya dedicado buena parte de su vida a la música contemporánea: un hombre tímido y huidizo, que lo más fuerte que bebe es Coca Cola light y que no fuma ni toma drogas de ninguna familia. De hecho cuenta en su libro que Lennon le buscaba para cenar con él las vísperas de reuniones de negocios importantes porque sabía que para medianoche estaría en la cama, lo que no ocurría cuando quedaba con Ringo Starr y Harry » Without you»  Nilsson, ambos borrachuzos empedernidos.
En ese sentido cuenta una anécdota magnífica de la grabación del último disco de Lennon, poco antes de su asesinato, Double Fantasy.Estaban en el estudio de grabación los músicos, Hilburn , YoKo Ono y Lennon. Éste aparentaba tener un estado fantástico: había perdido mucho peso, estaba contento y relajado. Pero de vez en cuando Lennon desaparecía y se metía en un cuarto contiguo . Lo primero que le vino a la cabeza a Hilburn fueron las drogas, claro; Lennon las había tomado de forma profusa en su momento, pero parecía alejado de ellas en los últimos tiempos. Pero con esta gente nunca se sabe. El periodista en un momento entra en la sala oscura; está Lennon entretenido con algo . Hilburn prudente, pensando en que tal vez ande con algún consumo ilícito, pide perdón e intenta salir prudentemente. Lennon se pone un dedo en los labios ( pidiendo silencio) y le pide que se acerque. Envuelto con gran cuidado Hilbrun descubre el secreto: un paquete de chocolate…negro. La bruja de Yoko Ono, obsesionada por las comidas microbióticas , le había prohibido volver a catar el producto.

Hilburn coincide con Bono sobre la importancia de la música. Como señala en su libro» cada uno de nostros tiene su propio DNA muscal y sigue su propio camino en lo que a la música respecta . Sin embargo, si hay un elemento común, algo que ayuda ainfundir confianza y esperanza a millones de aficionados en esos momento de la vida en que casi nada tiene sentido».

Algo que debería enseñarse en las escuelas desde primero de primaria. Otro gallo nos cantaría si además de matemáticas, sociales y demás ferias hubiera Roc’n Roll 1 ( fundamentos: el blues del delta del Mississipi) en el curriculum del país


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