Ángeles caídos

Veo en el pincel
amarillenta luz, la del café
Aires del campo que respiran lienzos y papel
Lámpara de alcohol
estrella quieta de tu habitación
«…El cielo con las manos»
dejó de ser una expresión
Oculto tras el girasol
anida un sueño de impotencia
Culpable y fiel a tu dolor
Violado por el ángel caído que
vive en el pincel
Peinando trigo, desgarrando piel
Pintando autorretratos
y así poderse conocer
Hijo del color
que en el silencio ahogó su propia voz
Señor del mundo en el que hoy vivimos tú y yo
Oculta en sombras de farol
se agita oscura la conciencia
Culpable, fiel a tu dolor
Violada por el ángel caído que
vive en el pincel…

El Angel caído. Antonio Vega.

El 23 de marzo se inauguró en Madrid la placeta de Antonio Vega, en Malasaña,  muy cerca del Penta, el bar que representa en buena medida a Nacha Pop y a parte de la trayectoria vital de Antonio. Un par de semanas después , el 8 de abril se estrenaba “Morente, el barbero de Picasso” un documental sobre el cantaor dirigida por Emilio Ruiz Barrachina, y en la que Morente interpreta una versión escalofriante de El Angel Caído de Antonio Vega.

La primera vez que escuché esta canción fue en uno de los conciertos malditos de Antonio Vega, en 1997. En aquella época me entró la obsesión de acudir a cada concierto suyo que se programaba en Madrid, lo que constituía un ejercicio bastante masoquista: algunos se suspendían, en otros sus condiciones dejaban bastante que desear; desde problemas de voz a extrañas tendinitis que le impedían tocar la guitarra, instrumento en el que había sido posiblemente de los mejores de aquella generación, y que solo volvería a recuperar plenamente poco antes de morir, hace ahora dos años. En aquel entonces afortunadamente tenía de permanente escudero a Nacho Béjar para cubrirle las espaldas y sus ausencias guitarreras.

Cuando la tocó por primera vez en un concierto ( creo que  en el Pabellón de Deportes) aún no estaba publicada. La presentó como una de las canciones de un próximo disco, que se llamaría Anatomía de una Ola. Cuando al final se publicaban los discos de Antonio Vega, a uno le quedaba la decepción de haber esperado años para apenas 30 minutos de música, pero esos discos tan rácanos, siempre escondían  joyas. Y ésta era una de ellas, aunque rara vez la incluía entre sus grandes éxitos. Aquel día contó que iba a cantar una nueva canción, inspirada en la pintura de Van Gogh, otra de las aficiones del artista.

Antonio Vega coincidió con Enrique Morente y Camarón durante la grabación de la Misa Flamenca. Estremece saber que estuvieron juntos tantos genios. Debió ser una confluencia de astros. Antonio siempre tuvo mucho tirón en el mundo flamenco. Su versión del Romance de Curro el Palmo, la maravillosa canción de Serrat, fue admirada y versionada múltiples veces.

Morente había tocado recientemente en el concierto homenaje a Antonio  en el Palacio de los Deportes de Madrid, donde hizo una versión impresionante del Angel Caído.El día antes de ingresar en el hospital, del que ya no saldría vivo, Morente había visitado la estatua del mismo nombre en el Retiro madrileño, y por la tarde grabó con Federico Lechner en una sola toma, sin ensayo previo, la versión de la canción de Antonio, la última canción que grabó en su vida. Sorpresas del destino que la última canción de uno de los más grandes del flamenco fuera una canción de un músico de rock. Otra forma de reírse de los puristas, algo que Morente llevaba haciendo toda la vida, desde los años en que grababa con Lagartija Nick.

Lechner, un magnífico pianista de jazz,  había suspendido un concierto en Albacete, y estuvo un día entero afinando cuidadosamente el piano para tal ocasión. Quizá intuía que sería siempre una grabación legendaria.

Emilio Ruiz Barrachina lo cuenta de forma magistral en su documental. Una maravilla que nadie debería perderse.

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