Cuentan que en una reyerta perdió el dedo anular de un disparo, por proteger a su amigo de la infancia Ronnie Barron, teclista mercenario que tocó con muchos de los grandes desde Tom Waits a Canned Heat. Con un dedo menos tuvo que buscarse otro instrumento: primero recaló en el bajo antes de asentarse definitivamente en el piano, que ya le acompañó sin descanso durante el resto de su vida.
Se llama Malcom John Rebennack Jr, pero todo el mundo le conoce por Doctor John.
Tras labrarse una reputación en Los Angeles en la década de los 60, comenzó a alcanzar el éxito por su peculiar cóctel musical que oscilaba entre el rock psicodélico tipo Jefferson Airplane y el boogie woogie con gotas de vudú ( de hecho su mote parece proceder de una de las chanzas de este mundo oscuro , de donde adoptó el sobrenombre de Dr. John, the night tripper)
La trayectoria posterior del Doctor puede considerarse una versión musical de la vida de Forrest Gump, con la diferencia de que su relación con los dioses del olimpo musical no fue obra del montaje sino de la admiración que el amigo del vudú producía en los más grandes: fue músico habitual de los Rolling, produjo A period of transition de Van Morrison, participó en algunas de las más importantes películas de la historia de la música ( The Last Waltz de Scorsese, o The Blues Bros 2000) y se codeó con la flor y nata del negocio desde James Taylor a Lou Reed.
En definitiva, un portento. Quien se acerque a él por primera vez no debería perderse alguno de sus primeros discos como Gris Gris, Dr John Gumbo o el inolvidable Right place.
Buena parte de su éxito se lo debe a otro de los grandes de Nueva Orleans, su ciudad: Allen Toussaint, quizá uno de los productores más influyentes de los últimos treinta años.
Este año al ya veterano doctor le fueron a buscar los chicos de moda, la pareja de The Black Keys. Uno de sus mayores fans es precisamente Dan Auerbach, el lider de este grupo, quien se enganchó al maestro en una de las jam session que gusta de practicar en las giras. Pasados unos meses los dos se fueron a Nashville para grabar Locked down, tal vez uno de los discos del año. Porque la mezcla de los dos talentos dio sus frutos, y sin perder las señas de identidad de Rebennack se encuentran trazas del olfato musical de Auerbach: blues, rock psicodélico, y funky guarrón junto a las guitarras sucias de los Black Keys. Ahí les tienen….
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