Alborada

 

larkin

Apenas un centenar de páginas distribuidas en cuatro libros espaciados de década en década ( The North Ship, The Less Deceived, The Whitsun Weddings, High Window) mientras ejercía su discreto trabajo de bibliotecario año tras año. Un par de novelas y una colección de crónicas de jazz realizada para el Daily Telegraph durante cerca de una década (All What Jazz: A Record Diary 1961-1968).
A pesar de su escaso interés en convertirse en centro de atención de nada, sus reticencias a ocupar un lugar bajo los focos del interés público Philip Larkin representa mejor que nadie la poesía del hombre corriente, aquel que es capaz de ver la discreta rutina de cada día y convertirla en arte. Pocos expresaron mejor la desesperanza, la melancolía, la tristeza, convertida no en problema, sino en una característica de la vida cotidiana. A partir de esos materiales construía una visión irónica y compasiva de nuestra insignificancia; como contestó en una entrevista hablando de su forma de escribir poemas “creo que escribir sobre la infelicidad es la fuente de mi popularidad.Cualquier privación es para mi lo que los narcisos para Woodsworth”.
No es fácil convertir la desesperanza en belleza y él fue capaz de hacerlo, sin dramas ni lamentos excesivos.
Aubede, uno de los poemas cumbres de la literatura universal, fue escrito cuando ya había dado por concluida su obra, puesto que fue publicada después de su último libro de poemas ( High window de 1974), en el Times Literary Supplement un 23 de diciembre de 1977, hace casi cuarenta años. Las “alboradas” eran tradicionalmente poemas amorosos que describían los sentimientos de los amantes en el momento del amanecer cuando generalmente era inevitable la separación. Aquí la situación es bien diferente: un hombre con cierta tendencia a recurrir al alcohol para aliviar la pena, se despierta a las 4 de la mañana y observa como el amanecer y su efecto en los objetos le va recordando quien le espera.
Un poema largo en el que estuvo trabajando durante años, una especie de despedida escrita a los 55 años( cuando apenas le quedaban 8 años de vida) sobre lo que había sido uno de sus temas fundamentales de trabajo. Pocas veces se ha descrito mejor la inevitable realidad de la muerte, y nuestra particular forma de engaño ante su continua presencia.
Tras la cual los teléfonos seguirán sonando, la gente afanándose por trabajar, y unos carteros y médicos atendiendo sus obligaciones, que por desgracia, parece que se desvanecen en la niebla

I work all day, and get half-drunk at night.
Waking at four to soundless dark, I stare.
In time the curtain-edges will grow light.
Till then I see what’s really always there:
Unresting death, a whole day nearer now,
Making all thought impossible but how
And where and when I shall myself die.
Arid interrogation: yet the dread
Of dying, and being dead,
Flashes afresh to hold and horrify.
The mind blanks at the glare. Not in remorse
—The good not done, the love not given, time
Torn off unused—nor wretchedly because
An only life can take so long to climb
Clear of its wrong beginnings, and may never;
But at the total emptiness for ever,
The sure extinction that we travel to
And shall be lost in always. Not to be here,
Not to be anywhere,
And soon; nothing more terrible, nothing more true.
This is a special way of being afraid
No trick dispels. Religion used to try,
That vast moth-eaten musical brocade
Created to pretend we never die,
And specious stuff that says No rational being
Can fear a thing it will not feel, not seeing
That this is what we fear—no sight, no sound,
No touch or taste or smell, nothing to think with,
Nothing to love or link with,
The anaesthetic from which none come round.

And so it stays just on the edge of vision,
A small unfocused blur, a standing chill
That slows each impulse down to indecision.
Most things may never happen: this one will,
And realisation of it rages out
In furnace-fear when we are caught without
People or drink. Courage is no good:
It means not scaring others. Being brave
Lets no one off the grave.
Death is no different whined at than withstood.
Slowly light strengthens,and the room takes shape
It stand plane as a wardrobe,what we know,
Have always known, know that we can’t escape,
Yet can’t accept.One side will have to go.,
Meanwhile telephones crouch, getting ready to ring
In locked-up offices, and all the uncaring
Intrincate rented world begins to rouse
The sky is white as clay, with no sun.
Work as not be done.
Postmen like doctors go from house to house.

(Trabajo todo el día, y por la noche estoy medio borracho
Me despierto a las cuatro, y en la oscuridad, miro
En un momento habrá luz en torno a las cortinas
Hasta entonces veo lo que siempre está ahí:
La incansable muerte, cada día más cercana,
Que impide pensar en nada que no sea en cómo
donde y cuando moriré.
Áridas interrogaciones:y sin embargo
El miedo de morir, y estar muerto
me deslumbra de nuevo y horroriza
La mente en blanco ante el resplandor. No de remordimiento
-el bien no hecho, el amor no dado, el tiempo
perdido- o desconsuelo porque
esta única vida pueda tardar tanto
en liberarse-o no- de un mal comienzo;
sino por el vacío total, eterno,
la extinción segura hacia la cual viajamos
Y nos perderemos. No estar aquí,
No estar en ningún lado,
y pronto; no hay nada más terrible, ni nada más cierto.
Es un modo especial de tener miedo
Que ningún truco disipa. La religión solía intentarlo
Ese vasto brocado musical apolillado
creado para fingir que nunca moriremos.
Engaños del tipo “ningún ser racional
Puede temer algo que nunca sentirá», no viendo
que eso es lo que tememos: no ver, no oír,
no tocar o gustar u oler, no tener nada
con lo que pensar, o amar, o relacionarse,
una anestesia de la que nadie vuelve.
Y así, en los márgenes de nuestra visión,
Existe un punto borroso, un escalofrío permanente
Que convierte cada impulso en titubeo.
La mayoría de las cosas no suceden. Esta sí,
y darnos cuenta de ella nos irrita
Con un miedo que abrasa cuando nos pilla
solos o sin bebida. El coraje no sirve
significa no asustar a otros, el valor
no libra a nadie de la tumba.
Se muere igual gimiendo o resistiendo
Crece la luz, el cuarto toma forma
tan lisa y llanamente como un armario que conocemos,
Lo hemos sabido siempre, sabemos que no podemos escapar
Y sin embargo no lo podemos aceptar. Por un lado tenemos que marchar
Y mientras tanto, los teléfonos se agazapan, listos para sonar
en despachos cerrados, y el impasible,
Intrincado, desgarrado mundo , comienza a despertarse.
El trabajo espera.
Los carteros, como los médicos, van de casa en casa)
Aubede ( Alborada). Philip Larkin.1977

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