Morgan: tan necesarios como el Aire

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¿Puede la fragilidad ser indestructible? Definitivamente sí. La voz de Carolina de Juan lo demuestra: parece que se va a romper en mil pedazos, que se quebrará de un momento a otro convertida en cenizas; pero como un extraño Ave Fénix, el endeble temblor de sus cuerdas vocales amplifica el sonido hasta poder romper el vidrio.
Air, el segundo disco de Morgan, no es más que la confirmación de que North no era una agradable casualidad, el disco de la cantante que interpretaba Charo con Quique González. en su último disco.
Morgan es difícil de encuadrar en familias, estilos o pandillas musicales. Hay veces que uno cree reconocer en la voz de Carolina algún lejano recuerdo a Lady Day (Be a Man) por su forma cautelosa de iniciar la canción, pero pronto cambia de opinión al reconocer trazas de aquellas viejas canciones de rythm’n blues que se perdieron al acabar los 90; del órgano desvencijado de una pequeña iglesia en día de domingo a la desolación de un bar un domingo por la noche cuando el tabernero está deseando cerrar ( A child).
Si Volver era la excepción de North en cuanto al idioma (pero no en cuanto al sobrecogimiento), la que corresponde a Air ( Sargento de Hierro) vuelve a estremecer, tanto por la melancólica atmósfera que teje el piano con guitarras vientos y coros, como (una vez más), por la forma de interpretarla: cómo si fuera la última canción a cantar o interpretar sobre la tierra.
El problema con bandas de voces tan excepcionales es que inconscientemente lleva a uno a no prestar la atención que merece al grupo que le acompaña: pero no hay más que ver el solo de guitarra del final de A Child y su vacile con la voz , o el juego de percusión tan sencillo pero tan efectivo de Blue Eyes, para comprobar que Morgan no es sólo una voz, aunque ésta sea probablemente la más demoledora que la música española ha tenido en décadas.
El viaje que proponen por todos y cada uno de los rincones de la música americana , que comienza en Planet Earth y las voces del Apollo Xi de fondo, con parada en las estaciones de Another road, Oh Oh o la magnífica Flying Peacefully , se resume en un colofón excepcional: el tema con el que se cierra el disco y muy probablemente sus conciertos durante una buena temporada.Marry you comienza con la voz de De Juan susurrando en la oscuridad, jugando con su impresionante registro, enunciando una letanía sólo acompañada discretamente, como desde otra habitación, por las guitarras. Y ese pequeño prodigio de apenas cuatro minutos, se hace catarsis cuando entra por fin la batería y se desbocan , completamente desenfrenados guitarras, viento y teclados , siempre guiados desde el pescante de la diligencia por esa voz frágil , pero tremendamente poderosa.
Ayer tocaron en Granada. Los que lo vieron no dejan de rememorar lo que vieron y escucharon. Hoy , a más de 7000 kilómetros me he colado en uno de esos recuerdos. Y me ha vuelto a confirmar lo que temía: la voz de Carolina de Juan siempre parece al borde la afonía, en el límite extremo de lo que es una voz bailando en la cuerda floja. Empuja a callar, escuchar y mirar hacia dentro: de tu vaso o de tu alma.
Muy pocas voces son capaces de hacerlo.

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